martes, 7 de agosto de 2007

La condición de la vida.

Oscar J. Pérez B.

29 Julio de 2007

¿Qué es esto a lo que llamamos vida? ¿Qué es eso que no hacer ser seres? Así como a todas las formas de vida existentes en el planeta tierra, como las plantas, lo animales, el agua, el viento, el fuego y todos y cada uno de los elementos que integran y dan forma a este mundo, que relacionados entre si hacen posible el milagro de la vida.

Millones de años de evolución, de cambios químicos en el ambiente, de construcción de cuerpos complejos más y más desarrollados, la vida en este mundo pareciera que se reduce a una especie en el planeta, los humanos.

Los humanos desde la génesis de su desarrollo, han aprendido al igual que el resto de las formas de vida en el planeta, a convivir con su entorno, a adaptarse para sobrevivir, haciendo uso de recursos, de materias primas, esto la hace toda forma de vida, es una explotación del medio, para asegurar la sobre vivencia de la especie.

Sin embargo en menos de cien mil años que tiene el hombre de existir en este mundo, ha acabado con el planeta que ha tardado mas de cuatro mil millones de años en desarrollarse y formarse, hace cuatro mil años que se tienen registros de sociedades, hace dos mil años empezó una nueva era para la humanidad, hace mil años, el hombre se creía el centro del universo, hace quinientos la llamada sociedad o civilización destruyó a otra civilización a otro grupo humano con conocimientos y formas de concebir la vida diferente, más naturalista. Desde hace ciento cincuenta años, la llamada revolución industrial, comenzó a degradar al ambiente y al propio ser humano.

El humano, es un organismo formado por dos partes esenciales, una biológica y otra psicológica, que al igual que otros seres en este planeta, la conjunción de estas dos partes hacen posible la vida organizada-caótica que conocemos.

El humano es una especie psicológica que trabaja a base de representaciones, en su cavidad craneal ya hace un cerebro de tres kilogramos, que en su interior formado por miles de células especiales capases de traducir impulsos energéticos, estímulos del mundo exterior, que se transmite en una compleja red de terminales nerviosas que se distribuyen a lo largo y ancho de nuestra piel y órganos de los sentidos, que conectados al sistema nervioso central ubicado en la columna, los nervios y terminales llamadas axones, son los canales de comunicación entre nuestro cuerpo y las neuronas, que a su vez están interconectadas por dendritas.

Las neuronas son células especializadas que regulan el comportamiento, permiten la cognición, la abstracción y otras funciones meta, que aún no conocemos. Nosotros, los humanos funcionamos bajo la lógica de la cultura y las pautas de comportamiento que establecemos a partir de las formas de vida, esto es, las costumbres, las tradiciones, la religión, la filosofía y otras cualidades inherentes a nuestra condición existencial humana, que si bien a veces responden a estos patrones y protocolos culturales otros sin en cambio, pueden evitar o retomar esos patrones para trasformarlos y generar incluso nuevas y originales formas y costumbres de vida, a esos sujetos se les ha llamado revolucionarios, outsiders, locos, rebeldes, hippies (incluso).

Los problemas que acontecen a la especie (humana) van desde los económicos, políticos, culturales, religiosos, existenciales, ecológicos hasta los más adversos y superfluos como la moda (aunque para muchos la moda es una filosofía de vida), todos y cada unos de esos problemas es importante para aquellos que como sujetos-actores sociales forman parte o están relacionados a alguno de esos escenarios que se problematizan, y que se convierten para muchos en la razón de su existencia, en la guía de su camino.

Pero que pasa con la sociedad actual, con la generación de hombres y mujeres que hoy somos jóvenes y que representamos la fuerza laboral, la genialidad, las esperanzas para unos, los que ocuparán los puesto de aquellos que vayan envejeciendo, desde empresarios exitosos hasta borrachos de oficio, los herederos del mundo, que pasa con nuestra generación nacida en los años ochenta, la generación sin equis, la generación sin identidad, los hijos bastardos de la posmodernidad. Las condiciones y los estragos de la vida moderna han dejado un legado de inestabilidad emocional, de crisis financiera, de problemas políticos y sociales, de crueles ataduras dictatoriales, opresoras de pasiones, destructoras de almas.

Los desechos de la modernidad, la sofisticación en la vida a nivel cultura, tecnológica y comunicativa son indicadores de nuestra generación, humanos con supercarreteras y sin tener a donde ir, humanos liberados sin saber que hacer con su libertad, de revolucionarios sin lucha a la cual seguir, la misma complejidad de nuestras vidas nos atrapa, ¿la revolución de que? ¿Social? Oaxaca, Chiapas, los emigrantes, los niños en situación de calle, de la ecología, de los animales, de la economía, de los medios de comunicación, de los derechos de los niños, de la palabra, de la cultura, del arte, de la universidad ¿de nosotros mismos? Hacia dónde hemos de apuntar si por cada problema hay cadenas y cadenas de relaciones maliciosas que hacen que cada anhelo, que cada frase, que cada grito lanzado al aire se desplome como un edificio por la traición y desilusión del líder, o de sus integrantes, que sucede con los problemas en Oaxaca, con López Obrador, con las mujeres muertas en Ciudad Juárez, por la contaminación de ríos y la perdida de diversidad biológica, nosotros no somos los superhéroes del mundo, somos hombres y mujeres que queremos vivir dignamente, sintiéndose bien y sin afectar a otros ni a nadie, pero ¿es esto una utopía?, pues al parecer si, de principio es necesario matar animales y sobreexplotar la tierra para permanecer vivos y alimentar y nutrir a nuestras miles y miles de conexiones neuronales, para un buen funcionamiento o sufrir las consecuencia de la desnutrición y las alteraciones psicóticas de la mente en consecuencia, para alimentar a miles y miles de humanos en el mundo ¿será que es una utopía? Si entre humanos nos matamos, ¿si entre actores nos ponemos máscaras para engañar al otro? ¿Será posible la revolución?

Ya lo decían los teóricos de la liberación, la identidad cultural como base para el cambio y la liberación del hombre, ¿existe tal cosa llamada identidad en nuestro mundo y en nuestra generación? Más bien existen múltiples identidades, tantas como átomos en una gota de agua, tan complejo es, en efecto, es un problema de dimensiones astrales.

¿Qué hacer ante el problema del universo? Si ni siquiera conocemos lo que una gota de agua es, tal ves el problema sea eso, intentar comprender la totalidad, entonces eso significa a caso aventúranos en el sinuoso camino del sentido común y de las teorías del caos? No lo sabemos, pero al parecer apunta a eso, en un mundo en donde nada importa, en un mundo en donde el colage de los problemas nos saturan los sentidos, ¿Qué debemos hace nosotros, los hijos bastardos de la posmodernidad? ¿Luchar hasta que nuestros huesos se desgasten en el concreto de los oídos sordos? Sabemos que el hombre no escucha, la historia lo ha demostrado, con sangre y lágrimas se han borrado civilizaciones y culturas completas, nosotros, somos testigos de ello.

Sabemos que la condición del hombre es su propia destrucción, y al parecer lo veo más cercano, tan sólo veo el reloj, miro las nueves y siento mi mundo y parece más tarde de lo normal, existe un aire distinto, el mundo no es como me lo contaron mis padres y abuelos.

La gente se odia, caminas por las grises laderas de la ciudad, por los oscuros caminos del bosque y te das cuenta que el mundo se da la vuelta y se va, la indiferencia se ha convertido en el común denominador de nuestra sociedad, nadie ayuda a nadie, el individualismo a flor de piel, la confianza en los demás se vuelve escasa, porque aquellos que dicen ser tus amigos, en los momentos de crisis, se olvidan de ti y te dejan sólo, te venden un mundo maravilloso para que les sirvas como un medio para sus fines, y dejan de lado al ser humano que hay y con quien están tratando, el amor es una ficción, como todas las cosas en este mundo.

Y si partimos del principio filosófico y del principio de la realidad que sustentan la interacción comunicativa, y si creemos que a partir de los otros construimos nuestro mundo objetivo, y que al unísono como en una orquesta, nuestros cuerpos y nuestras mentes se organizan con nuestro mundo interno y externo con una tendencia al orden y al desorden, ¿qué nos deparará el futuro en una sociedad así, que engaña con máscaras en el escenario de la vida social, de nuestros problemas biopsicoantroposociales y ecológicos? ¿Qué será de ti y de mi en este mundo incierto?

Y si lanzamos una moneda y le apostamos a la cara o la cruz, pero esta cae de filo y nunca muestra una cara concreta sino que las dos y ninguna al mismo tiempo? Que hacer entonces, que significa aquello? Probablemente signifique que debamos actuar en definitiva desde nuestras posiciones, haciendo redes, si los oídos sordos no comprenden un mensaje, adaptarlo y conducirlo para conseguir la tendencia al orden, como hacerlo provocando el desorden, un desorden organizado, como nuestras neuronas, como el entramado de la vida, sabemos que nunca cambiaremos el mundo, que aunque todos tomemos conciencia del colage de problemas y actuemos, no los podremos resolver, porque estaríamos en contra de nosotros mismos, en contra de la existencia, de la condición humana, por eso que más nos queda, más que continuar en el mantenimiento de este orden-desorganizado, al menos así, sentiremos que el mundo vale la pena, y con orgullo y pasión contaremos esto a otras generaciones, que vendrán a poblar el mundo de gente exitosa y de borrachos de oficio.

Xochimilco, Tenochtitlan, México